Yo tenía diez talegos, seis condones
y las llaves de la casa de un colega.
Hacía casi un mes que había quedado con ella.
Era la noche de Reyes, yo esperaba impaciente en un garito
tomándome unas birras con mi amigo Carlitos.
Bueno niña, dime algo; son casi las diez.
¿Cuando quieres que te pase a recoger?
Fatídico ruidito, se ilumina la pantalla,
tiene usted un mensaje nuevo:
Oye, te has confundido, yo esta noche no puedo;
pensaba que era broma el rollo de quedar.
Paso el finde con mi novio en el Vall d’Arán.”
Camarero un Vodka, deje la botella.
Lo único bueno del carbón es que se quema.
Se va a liar, yo me voy de fiesta.
Mal te veo, Rafita, mal te veo, yo te veo mal.
Que quieres que te diga esto tiene mala pinta.
Pasadas cinco horas yo bailaba
en una disco muy fashion de Barcelona.
Carlitos iba pa’ su casa, sujetando las farolas.
Yo charlaba con la gente con mi inglés tipo Torrente,
pero nadie me entendía.
Me puse en plan mandril y conocí a una tía
que venía de Moscú a pasar la Navidad.
¿Do you want drink a copita? y la empecé a besar.
Cuando, en éstas, que me apartan de su boca
cinco rusas muy fuertes, muy grandotas.
¿Tu qué querer con esta mujer?
Tu no poder llevarte mi amiga a ningún lado
aunque si tu querer a nuestra casa te llevamos.
Así que ya me veis, metido en un Skoda,
cantando Villancicos en un idioma extraño.
Sudando del orgullo patrio me invitaron
a whisky con coca-Cola.
Ya sólo nos faltaban Yeltsin y la Kournikova.
Nos dejaron una cama pa’ decirnos adiós.
Si me pones la corona soy el rey Melchor.
Y ahora cuando las mujeres me abandonan
siempre digo: Camarero, ponga un Vodka,
que ya está aquí Rafita Perestroika.