La turca se levanta a mediodía.
Anda justa de energía y desayuna
un cafelito camuflao con whisky y magdalenas.
Ayer la noche estuvo buena
pero, hoy el cuerpo anda doblao.
Empieza su tarde en la Barceloneta.
Camisetas y pareos
va vendiendo a guiris gambas despistaos
que aún no han picao con los trileros.
Barcelona es el vivero,
el ansia, su único motor.
Pero en otoño llega el equinoccio,
cambian los negocios y toca pasar
de todo mientras no pase nada por la ciudad.
Turca la camisa rota, sangre de amapola, diosa de cristal
Tumbada en la arena, anís, mono y botella,
buscas una estrella que aunque sea fugaz,
puesta y descompuesta, te invite a volar.
Turca discreta y cautiva, siempre a la deriva,
¿Cómo decidir qué es lo que te conviene, si a te entretiene
que ni tu propia sombra te pueda seguir?
Se te demacra el alma y te echas a reír.
Pero la Turca tiene loquito al comisario
que patrulla por su barrio. Y nadie le
pregunta demasiao de donde salen sus alhajas
manda un beso cuando pasa
y él lo recoge sin mirar.
Pero a caballo por la luna llena,
¿Quién toma las riendas de tu corazón?
Siempre estuvo torcido tu renglón.
Pero oye turca, mira, me sabe mal,
éste cuesta el doble de lo habitual.
La Turca se pinchó el lamento
y en un mal momento decidió salir,
cruzando Ferlandina, «Toma una aspirina»”
no supo ayudarla un paquistaní.
Pero, ya era tarde, comprendió el cobarde
comisario cuando se la encontró.
Disimuló el llanto, al verla en el asfalto,
“»Aquí Charly 4 mándame el furgón»”
Lloró la mar bella cuando avisó Colón.